Cuento inconcluso infantil Alicia

Querido Diario:

Mis papis te regalaron. Pensaron que sería buena idea que escribiera. Yo no quería. Escribir es aburrido. Es como la clase de Mate con la maestra Rosita. Sumas, restas, números y más números. Casi siempre la maestra me regaña por que me quedo con los ojos en los números. Me quedo ida, como dice mi mami. 

No es mi culpa. Nunca lo es. El otro día el 8 no dejaba de sacar a bailar a la 7. Bailan muy bien pero las hermanas 11, que son gemelas, estaban bien enojadas. Estaban así enfúricas por que el 8 era guapo, era príncipe y no quería dejar de bailar con la princesa 7. Entonces las hermanas hicieron un plan. Fueron con el borrador, que era muy muy malo y le dijeron que borrara a la princesa 7. Y el borrador lo hizo y era tan malo que iba a borrar a todos los demás numeritos amigos de la princesa pero llegó la maestra y me grito:¡¡¡Aliciaaaaa!!! ¿Por qué borraste las restas? 

Yo no las borré, fue el borrador. Es malo muy malo.
Alicia tiene la costumbre de levantarse antes que mamá y papá. Se despierta cuando siente la luz del sol que entra por su ventana cayendo cálidamente sobre su rostro. Entonces se talla los ojos, se pone de pie y mira hacia fuera. Con sus ojos aún desorientados e irritados por la luz, mira dentro y fuera de sus párpados múltiples rayos de arco iris que llenan el cielo azul de la mañana. Rojos y naranjas juguetones, verdes casi azules y algunos morados solitarios se mueven en todas direcciones a la vez e inundan de color su vista.    
Una vez que sus ojos logran enfocar y los colores desaparecen, Alicia se vuelve a recostar en su cama, siempre boca arriba, cierra los ojos y espera escuchar los pasos de su madre acercándose a la puerta de su cuarto para abrirla silenciosamente, plantarle un beso en la frente y con un fuerte ¡Aliciaaa!!, que resuena por toda la casa, terminar por despertar a quien ya llevaba diez minutos sin dormir. 

Querido Diario:

Mañana es un día importante, tengo examen de Mate y creo que le gusto a Javier. Los niños son tan desagradables. Javier siempre me molesta, me empuja, me jala mis colitas, se burla de mi cuando hablo sola. Le conté a mama y dice que le gusto. Mi mamá esta loca, que va a saber ella de esas cosas, está grande. Papa no se la pasa molestándola, aunque a veces se gritan pero no es lo mismo, los papas y las mamas se gritan y se enojan pero siempre se contentan.

Javier esta feo. Tiene los ojos demasiado grandes. La boca también. Las orejas. Es un orejón tonto.

A la hora del desayuno, la familia se reúne en torno a la mesa. Papa lee el periódico, la sección local y algo de Deportes, mientras sorbe su café, el cual nunca termina. Mamá hace mil cosas a la vez, prepara el desayuno de los niños, cereal para Alicia, cereal para Mariana, su hermana mayor. Leche sabor fresa para Alicia, leche sola para su hermana. Mientras hace eso come su pan tostado con mantequilla, toma su café, lava algunos platos, alista las mochilas de las niñas. 

Alicia dura mucho en terminar su desayuno, a pesar que Mariana se queda viendo las noticias en la pequeña televisión que tienen encima del refri, es Alicia la que hace que casi siempre lleguen tarde a la escuela. Se queda mirando cada frutita de colores que flota en la leche rosada de su tazón, imaginando barquitos surcando mares lejanos y siendo devorados por un monstruo.

El camino a la escuela es para Alicia un recorrido lleno de movimiento y objetos y personas familiares. Siempre están presentes los grandes y viejos árboles de
aspecto cansado sembrados en las banquetas, siempre las mismas familias separándose para ir a la escuela o al trabajo, siempre el hombre estresado que hace sonar el claxon cuando todavía no cambia de rojo a verde, siempre los mismos anuncios de alto. Siempre lo mismo en su lugar de siempre para siempre jamás.

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